
EL MES DE LA HERENCIA HISPANA 2025 Celebrar, Pensar, Decidir, Actuar
Monday, 1st September 2025
En los Estados Unidos de América y por disposición legal, del 15 de septiembre al 15 de octubre, celebramos anualmente el MES DE LA HERENCIA HISPANA. Un mes, para reconocer y honrar la creciente presencia, influencia y aportes de la comunidad de origen latino o hispanoamericano a la historia, sociedad y cultura de esta nación.
Para los millones de hispanos que aquí vivimos, estas celebraciones anuales tienen que ir más allá de los desfiles, de la música y de los trajes típicos. Tiene que ser un mes en el que, en comunidad, nos evaluemos, revisemos, estudiemos, comprendamos y renovemos la importancia de nuestra presencia histórica y actual en los Estados Unidos y, al mismo tiempo, los desafíos que enfrentamos, en el presente y en el futuro próximo, para hacer más válida y más fuerte nuestra vida y existencia aquí y ahora, en los Estados Unidos.
En esta celebración anual de nuestra herencia hispana, que tiene su origen en el año 1968, bajo la presidencia de Lyndon B. Johnson, ampliada dos décadas después por el presidente Ronald Reagan, celebramos la enorme riqueza y diversidad de la cultura de los millones de hombres y de mujeres que llegamos aquí, procedentes de los países sur o latinoamericanos, de España, del Caribe y que, a diario y con tesón, honradez y trabajo, enaltecemos nuestras raíces y construimos la grandeza de esta nación.
Celebramos la diversidad y amalgama de nuestras historias e identidades culturales nacionales y regionales, nuestros valores, nuestros dialectos, acentos, música, tradiciones, culinaria y costumbres de tan distintas partes. Recordamos nuestra presencia histórica en lo que hoy son los Estados Unidos, presencia muy anterior a la fundación constitucional de esta nación. Celebramos nuestras artes y saberes y la memoria de todos los hispanos e hispanas que, en nuestros países de origen y aquí en los Estados Unidos, se destacaron y se destacan en todas las áreas del quehacer social y cultural: líderes, artistas, historiadores, deportistas, políticos, maestros, científicos, etc.
Inconformes con el rumbo del país, con las políticas del partido demócrata enfatizadas doctrinalmente e implementadas en el anterior gobierno, tales como la apertura indiscriminada de la frontera sur y de temas no tradicionales en materia de sexualidad, género, familia, etc., las elecciones presidenciales recientes resultaron en la segunda presidencia de Donald Trump.
Las políticas del actual gobierno, especialmente las migratorias, marcan y afectan particularmente el presente y futuro próximo de la comunidad hispana en esta nación. Todos hemos sido testigos del avasallamiento, la petulancia, la insensibilidad y la crueldad con la que muchos hispanos e hispanas están siendo violentamente expulsados del territorio estadounidense indiscriminadamente, sin contemplaciones y con la violación de derechos fundamentales humanos y ciudadanos.
Pero, además, recientemente ha sido aprobada una ley, que – según analistas políticos y económicos, recortará grave, profunda, drástica y duraderamente beneficios sociales a las comunidades más pobres de esta nación. Como CEO de SOMOS Community Care, una entidad dedicada a la salud, en la ciudad de Nueva York, me preocupa y nos preocupa el impacto y los efectos que esta ley “grande y hermosa” tenga en nuestra propia organización y la manera en que dicha ley atente y amenace nuestro servicio y a nuestros destinatarios en los sectores de la población más vulnerable de nuestra ciudad y de todo el país.
Es por eso que, más allá del ruido y del folclore de estas fiestas hispanas, es importante que – al interior de nuestras comunidades – nos preguntemos e interesemos por nuestra educación y sensibilización social respecto del impacto de nuestra presencia como hispanos o latinoamericanos en los Estados Unidos, mediante una formación que nos permita desmentir estereotipos y prejuicios raciales.
Es muy importante que procuremos apoyo a organizaciones y negocios de carácter hispano, que nos interesemos por la participación cívica y política mediante el voto y por la “mejor política” como la llamaba el amado primer papa latinoamericano Francisco: por el ejercicio político cotidiano que no busca el bien personal, individual, egoísta, desinteresado y deshonesto del bolsillo de cada uno, sino que busca la mejor convivencia social mediante el bien común y el bienestar de todos. Que nos interesemos por la formación de líderes cívicos al interior de nuestras comunidades y por la integración de todos en la nueva sociedad y cultura a la que llegamos, sin la pérdida – eso sí – de nuestra identidad, de nuestras raíces históricas, sin la pérdida de nuestro idioma, valores y tradiciones. Que nos interesemos por espacios y tiempos de diálogo en los que busquemos y encontremos consensos que favorezcan tanto a la cultura dominante como a la comunidad hispana.
Porque los desafíos que la realidad actual lanza a la comunidad hispana domiciliada en los Estados Unidos son todos importantes e impostergables en sus soluciones. Si queremos que nuestra presencia hispana – aquí y ahora – sea relevante e importante, tenemos todos, solidaria y fraternalmente, que afrontar y solucionar temas como la discriminación y los prejuicios raciales y xenofóbicos gubernamentales y sociales, la estigmatización contra los inmigrantes en un país conformado – desde siempre - por inmigrantes, las disparidades económicas, las barreras lingüísticas y culturales, el asunto del estatus migratorio legal de cada uno, asuntos sobre la salud y las discapacidades de tantos, el acceso a las oportunidades sociales, la brecha salarial.
Pero, además, hemos de afrontar y solucionar las brechas y diferencias educativas, la falta de apoyo financiero, la explotación laboral, la crisis de identidad o el trauma generacional, la desinformación, la inseguridad alimentaria o las dificultades para la adquisición de vivienda, sin contar los desafíos que conocemos y que nos llegan y afectan, a diario, de nuestras familias y seres queridos en nuestros países de origen.
Estos son nuestros principales desafíos, nuestras tareas importantes y pendientes. Del enfoque en ellas y de la solución de todas ellas depende la importancia o irrelevancia, la calidad o el defecto, el valor o la insignificancia, el éxito o el fracaso de nuestra presencia hispana en los Estados Unidos y el MES DE LA HERENCIA HISPANA es un espacio-tiempo propicio para celebrar, pero, sobre todo, para pensar, decidir y actuar en todo lo aquí expuesto.
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